Plácido, lacio

Mientras duermes,

ajena y lejana,

juego a ensortijar tu pelo.

Tras los párpados

vives otra vida más diáfana,

menos atada,

absolutamente niña.

Intento imaginar qué estarás soñando,

pero la fantasía de tus sueños vence a mi imaginación,

así que insisto en la delicia de enroscar tu pelo.

Hago y se deshace:

sigue mi juego.

Tu pelo,

hilos de la noche,

obstinadamente lacio,

no se rinde ante mi tozudez.

Mientras sigues durmiendo,

tu pelo y yo vamos intimando.

Francisco de Sales

Deja una respuesta