¿Porqué no rompes tu silencio,
tan hermético,
tan obstinado,
en pedacitos minúsculos,
como palabras,
y los esparces por el viento
con la seguridad invencible
de que acabarán llegando,
con el ritmo adecuado,
a los oídos que esperan,
como la llegada del Cristo,
la llegada de tu voz?
¿Por qué sigues tan callada?
Francisco de Sales