Debería dejar urgentemente
esta costumbre mía
de peregrinar sin rumbo
en la búsqueda enfebrecida o desganada
de un principio por el que recomenzar mi vida.
Debería aposentar la prisa
en un campo de adormideras
y dejar que el ocio y la paz
la domesticaran cariñosamente.
Debería morir más seriamente
ya que cada mañana resucito
como si no hubiera pasado nada
y no aprovecho la lección.
Debería reír de nuevo
como hacía antes
sin motivo ni chistes ni cosquillas.
Debería entrar en la vida
y entrometerme en sus encantos,
y descubrir las gardenias en el techo,
los luceros en el armario,
y las luciérnagas en la luna.
Debería rendirme al sueño
y no intentar acallar las voces
que se amotinan en mi cabeza
escribiéndolas en esta hoja
sin criterio selectivo.
Debería enmudecerme,
apagar la pluma,
bajar las persianas de mis ojos,
replegarme rendido,
cerrar los pensamientos,
y guardar las palabras
hasta mañana.
Francisco de Sales