Cuando leo las poesías que exhibes al mundo
en las que te pavoneas con tu léxico,
en las que muestras un corazón florido, una ternura de madre,
y una sensibilidad sobrehumana,
yo, que te conozco desnudo,
siento la necesidad de denunciarte, de desenmascararte,
de hablar de tus sentimientos de hielo,
de tus emociones desalmadas,
del páramo desierto que es tu corazón
donde eres un niño empolvado, seco y abandonado,
incapaz de amar,
eternamente triste,
eternamente muerto.
Así que quítate la máscara de las palabras bien urdidas,
enseña tu funesta amargura,
y no mientas con frases cuidadosamente elaboradas
que construye tu intelecto a espaldas de tu corazón.
Escribe con lágrimas descorazonadas, con palabras indecisas, con letras rotas, con emociones vivas y el alma por bandera.
Detrás de la fachada de poeta,
etéreo y divino,
está la autenticidad de tu nada,
tan huérfana,
y tu frío irremediable
y tu vacío tan eterno.
Francisco de Sales