No quisiera morir esta noche.
Tengo muchas lágrimas pendientes aún de ser lloradas,
muchos recuerdos para revisar,
y tengo que poner en orden mis desconciertos
y algo de luz en la cueva donde se crían mis miedos.
Tengo que alborotar mis sonrisas para que sigan vivas
y rememorar despacio aquellas noches infinitas:
tú a mi lado, dormida, desnuda, brillante, plácida.
Tengo tantas cosas pendientes,
tantos proyectos esperándome,
tantos senderos por recorrer,
que no quisiera morir esta noche.
La vida aún me debe la felicidad que me prometió.
Mis sueños siguen pendientes
de pasarse a este lado de la vida.
La noche y la muerte comparten el mismo color
y ocupan el mismo silencio.
La noche no se esconde en su oscuridad.
La muerte es sibilina y esconde su presencia
entre el ruido de la vida,
pero cuando se asoma no falla:
no hay presa que se le resista.