Antes de que mis dedos mueran al tacto fecundo
de correr tu piel montados en sus yemas,
y antes de que el futuro se quede en nada,
de que mis ojos lloren a deshoras
y mi memoria se vacíe;
antes de que mi único calor sea de calefacción,
de que los achaques me venzan siempre
y me despojen de mis pocos ánimos;
antes de que cada segundo sea un lamento
y cada verso una patraña;
antes de que me aposente para siempre
en una silla de ruedas;
antes de que vivir ya sólo sea la sala de espera
para morir,
y morir una meta muy cercana,
y de que mis lamentos acaparen mi vida;
antes de que mi pluma se calle,
y mi voz se acalle,
he de decirte que te amé,
poco y a destiempo,
y donde vaya me llevo la pena
de no haberte escogido a ti.
Francisco de Sales