Inválido

Desde esta ventana

que me protege de los escándalos,

de las ventiscas y las lluvias,

del calor desértico,

de los problemas y otras vidas,

observo la marea humana.

Persigo con la vista a las muchachas

insistiendo en adivinar todos sus secretos;

envidio a los niños y sus carreras,

las risas apelotonadas, la inocencia,

y me compadezco a mí mismo.

Desde este trono ortopédico

que es mi silla de ruedas,

gobierno un mundo ajeno

que no me da problemas.

Bastante tengo con los míos.

El mundo ordinario me está vedado.

Mi vida está inválida.

Yo sí que estoy muerto.

Francisco de Sales

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