Irónico

Vuelvo a visitar la tumba de mi padre.

Allí sigue.

Tiene frente a él un paisaje de montañas

verdes en primavera,

candentes en otoño.

No lo disfruta.

Se empeñó la muerte en cerrarle los ojos

y en acallarle el corazón de latir,

y desde entonces ya no es el mismo de antes.

Y no sale.

Está irreconocible.

Se está quedando en los huesos.

Con todo lo que hablaba

y ahora es un mudo obstinado,

y un maleducado permanente

que poco a poco está consiguiendo apartarse del mundo,

y que la gente ya no le dirija la palabra.

Ahora no bebe.

Con lo que él ha bebido…

Sigue en su estricta dieta

de no comer sólido

y no ingerir líquidos.

Allá le he dejado un padrenuestro

y cuatro angelitos,

uno en cada esquina,

a ver si consiguen animarle

para que salga de ese agujero de apatía

en el que se encuentra metido.

Francisco de Sales

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