Éramos sólo dos
contra la inapelable realidad.
Perdimos.
A veces,
las armas del deseo
son pocas contra la verdad.
Nos quisimos,
y quisimos que fuera eterno,
pero sólo la eternidad es eterna,
y no el amor.
Tú ahora vives en un punto minúsculo del mapa.
Yo estoy en este moridero de corazones
repitiendo que aún te amo
casi extinguida
de mis últimos suspiros.
Francisco de Sales