Yo, inexperto

Era un beso recién nacido.

Lo dejaste en la puerta de mi corazón,

depositado con cariño y cuidado,

y abrí para salir a recogerlo.

Ahí me atrapaste.

Indefenso fuera de los muros

en los que recluyo mis sentimientos,

no pude sustraerme a tu influencia,

y me rendí a tu amor avasallador.

Perdido en el desconocido mundo

de las emociones sinceras,

no supe entender tus miradas,

ni escuchar tus silencios,

ni cogerte de la mano,

ni tratarte con acierto.

Te perdí, yo, inexperto.

Francisco de Sales

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