Llevaba tiempo sin llorar.
La última vez necesité
un fallecimiento indeseado
para expresarme con sollozos.
La vez anterior
tuve que pensar en ti
para provocarme
una llorera.
Fueron llantos dolientes.
Esta vez
las lágrimas han decidido,
libremente,
sin motivo aparente,
emprender una fuga nada discreta
que ha dejado en mi cara un reguero delator
como señal inequívoca.
En mi corazón ha quedado una música de violines,
una sonrisa tenue,
y una paz agradable.
He pensado que es una lástima
no llorar más a menudo.
Francisco de Sales