Los sueños que alguna vez
rogaron la dicha de tu presencia
ya no se despiertan sobresaltados
por la posibilidad de tu aparición,
sino que te desprecian justamente
a causa de tus rechazos continuos.
Mis sueños ya no te desean
y mis deseos no piensan en ti.
El frío es tu presentación,
el vacío es cuanto me produces,
mi añoranza es roca helada o hierro muerto,
el recuerdo no te echa en falta.
Todo lo que hubo de ti en mí
recogió su sombra y se marchó.
Aún no me termino de creer
que alguna vez vibrara tu nombre en mis labios.
Francisco de Sales