No encuentro palabras en mi vocabulario,
ni una historia dentro de mí,
que tengan como protagonista
al amor.
Me cuesta hablar de amor
cuando es el desamor
quien maneja mi pluma.
No puedo hablar de felicidad
por ser inexperto en el tema.
No tengo a mano
sonrisas, alegría, esperanza, ni fe,
así que más bien manejo
la parte deplorable del diccionario.
Podría mentir o inventar,
pero no,
no sería creíble
y las lágrimas,
silenciosas y entre líneas,
me delatarían.