Vivo al son de mis vaivenes.
No hay día que no me ofrende un sobresalto
ni noche que no deje una espina en mi paz.
No hay presente exento de infamias
ni futuro en mi futuro que sea optimista.
A veces siento que el mundo es mi enemigo
y la vida es, de verdad, un valle de lágrimas.
Raramente una sonrisa anida en mi boca,
raramente mi corazón se altera ilusionado.
Soy más víctima de lo innecesariamente serio
que juguete en juego.
Así malvivo.
Esperando el milagro.
Esperando.
Francisco de Sales