Cuando el amor experimenta
fuera de los cauces habituales
-esos amores que de puro normales
son cotidianos y no tienen magia-…
y cómo el amor intermedia entre dos personas dispares,
por su edad o por la esperanza de su mirada,
una enamorada, la otra indecisa,
o por la distinta fe en el futuro…
y cómo el amor tiene que resolver desamores,
acunar a sus hijos perdidos
buscando reconducirles al concilio,
insuflar enamoramiento en los corazones,
apaciguar las distancias creadas,
tratar de reconquistar protagonismo
y volver a ser la vida de uno
y el todo del otro…
y cómo el amor, a veces, no puede ocupar una persona
y contagiarla de su pasión,
ni puede instaurar un reino infinito,
ni conseguir un contrato favorable
para ambos complacientes…
y cómo el amor no cabe o no le dejan entrar,
o le rechazan fríamente,
o le niegan y le acusan,
cómo se duele,
cómo se muere…
y cómo, a veces, no hay amor
y el corazón se agosta,
se lleva en su fracaso la esperanza,
se van con él las ilusiones…
El amor no se rinde
porque el amor sabe que puede con todo.
Francisco de Sales