Añoro tu alegría desmesurada.
Añoro tu sonrisa impecable.
Añoro el borde tibio de tus labios.
Añoro tu respirar enamorado.
Añoro el ritmo de tu pelo al viento.
Añoro tu presencia y tu contacto.
Añoro tu calma despreocupada.
Añoro tus besos frágiles y frescos.
Añoro la ternura de tus manos.
Añoro tu serenidad incalculable.
Añoro tu boca de besos divinos.
Añoro tu cuerpo tan deseado.
Francisco de Sales