Los amantes y el amor

Los amantes, todos,

tienen un idioma de claves secretas

que el resto del mundo desconoce.

“Vestida de lunes”, por ejemplo, es estar desnuda.

Las miradas de los amantes, todas,

tienen un idioma callado

donde a veces dicen “te amo”

-sin decir nada-

y a veces dicen “te deseo”

-la diferencia es mínima pero existe-

y otras “soy feliz”

-como es evidente-.

Las caricias de los amantes, todas,

tienen un idioma táctil

y si tocan los otros labios, por ejemplo,

se anticipan…

“ya sé lo que me vas a decir”

o sugieren

“mejor no lo digas, callemos”

y si acarician el vientre están diciendo

“te amo, te deseo y soy feliz”.

Los silencios de los amantes, todos,

están llenos de claves clandestinas,

de secretos para dos,

de un vocabulario exclusivo

en el que no sobran ni las comas;

de ayeres y de mañanas,

de los momentos compartidos,

de lo que no se puede decir con palabras.

Los sueños de los amantes, todos,

están ocupados por el otro,

manifiestan el deseo del otro,

hablan de la necesidad y la ausencia,

de la ambición de Amor,

del presente que se ha convertido en plural.

El presente de los amantes, siempre,

tiene al otro como protagonista,

es el principio del porvenir,

es la magia del ahora,

es lo que da vida.

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