Esta es su historia

Su vida empieza por la tarde,

cuando se queda sola;

se acuesta y cierra los ojos,

abre su corazón a la pasión,

su cuerpo y su boca al amante,

y su vida al amor.

Lo cotidiano no le alimenta.

La rutina es comida amarga

y la realidad un postre rancio.

El día no le aporta alegrías

pero la tarde la colma entera.

Viene él.

El hombre con el que se casó

no le dio lo que le prometió,

asoló sus ilusiones brutalmente,

fue tacaño en el amor

y escaso y mezquino con los besos;

sin abrazos que la acogieran

ni caricias que la estremecieran,

sólo le quedó el consuelo

de crear un mundo sin mundo

con una puerta privada

y sólo dos llaves.

Le espera con la misma impaciencia primeriza

de cada una de las veces.

Son las tres de la tarde

y él llegará sobre las cuatro.

Aún faltan varios siglos hasta entonces.

Tantos,

que tendrá tiempo de rememorar

todas las citas,

casi todas las caricias

-porque le siguen quemando-,

casi todos los estremecimientos

-la recorren a todas horas sin descanso-,

y casi todos los besos:

los muy íntimos, los primeros,

los sabios, los que juegan, los Besos…

Piensa con deleite

en la urgencia con que siempre llega

y cómo le calmará la emoción

y cómo le quitará la corbata

y cómo le recorrerá el cuello…

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