Sin drama, sólo amor

No quiero escribir la palabra lágrima.

No quiero que esta sea otra de esas poesías

que acaban empapando el papel,

chorreando llantos y nostalgias,

con las letras emborronadas

y el alma del lector inquieta.

No quiero contagiar el desamor,

ni recurrir a una trágica tragedia,

ni despertar la lástima –otra vez-

de los corazones compasivos.

No quiero hurgar en tu corazón,

ni enturbiar tu mirada,

ni arrancarte sollozos ácidos,

ni busco tu conmiseración.

No quiero reiterarme en el drama,

hablar de amores rotos,

de añoranza del ser amado,

de quien se fue destrozando el corazón

o de quien no llegó para ocuparlo.

No quiero añoranzas pesimistas,

presentes aplastados por el dolor,

noches dolorosamente interminables

ni pedazos de corazón esparcidos por el suelo.

No quiero –tampoco- ensalzar utopías,

inventar imposibles,

ni describir besos empalagosos

o frases rosas indigestas.

Me gustaría escribir,

simplemente,

la palabra AMOR

y que con eso ya estuviera todo dicho.

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