Han sido muchas las pieles que he recorrido
y con diferentes intenciones.
Bebés tiernos por cuya piel sin estrenar
mis dedos se volvían dulces y prudentes…
abuelas ásperas y duras de piel,
surcadas por un sin fin de grietas
por las que mis dedos respetuosos
adivinaban su vida presente,
sus vivencias lejanas
y su propia añoranza de la piel joven que un día lucieron…
quinceañeras, sin estrenar, de lujuria contenida,
pero cuya piel pedía a gritos tócame,
recórreme,
te invito…
Novias, mujeres jóvenes…
mis deseos y mis manos,
ansiosas exploradoras,
siempre estuvieron atentas a la llamada,
siempre predispuestas…
La piel me incita.
Recorrerla es vida.
La vida es piel.
En la piel está la vida.