Este querer que no se calma

Cualquier día lo haré.

Me armaré de un valor que no se acobarde,

trazaré un gesto decidido en mi andar,

una mirada segura,

una voz firme,

y entraré sin titubeos

en una pescadería.

Diré,

de carrerilla,

que la amo,

y ella, no;

que la sueño a diario,

y ella, no;

que la deseo,

y ella, no.

Diré:

pescadera,

tú que sabes,

quítame las espinas que llevo en mi corazón.

Francisco de Sales

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