A tientas busco la luz
ya que la luz no me alumbra.
Con el tacto desperdigado,
y la atención en jaque mate,
sólo me queda encontrar
la puerta hacia el futuro.
Es tanta la costumbre de estar en pena,
y tan hermano rutinario el llanto,
que no me imagino feliz.
Pero sea.
Que un destino más amable me adopte y me obsequie.
Que un destino de Reyes o de muy pocos humanos
sea mi camino y mi meta.
Que así sea.
Amén.
Francisco de Sales