Me niego a dormir
sin escribir esta poesía.
No sé qué contarte
para que sigas leyendo.
No sé con qué engañarte,
con qué atrapar tu atención
para que no acabes con la página
antes del punto final.
¿Te hablo de la inocencia?
¿De los amaneceres junto a mi amada?
¿Del sol acosando a la luna?
¿Te hablo del duro oficio de imaginar historias bonitas?
¿Te confieso que la cabeza es el negro
que escribe las frases que luego firma el corazón?
¿Te confieso que mi corazón sólo sabe latir y morirse,
de muerte y de confusión?
¿Pongo el punto final en vez de seguir esta tontería?
Mejor será.
Amén.
Francisco de Sales