La boca.
Miro en el espejo mi boca,
la misma boca que libó en los pechos de mi madre,
la misma boca que un día estrenó los besos de amor,
la misma que aceptó despedirse de mi padre muerto.
Esta boca de labios viajeros
recorrió tu espalda y tu cuello,
te amó al oído, y en silencio,
compuso tu nombre con forma de corazón
y amó todos los besos que le diste.
Esta boca lloró asustada,
cantó con alegría,
maldice algunas veces,
rezará temerosa.
Esta boca comió mijo en Malí,
se emborrachó de whisky y cerveza,
se extasió con los helados en Italia,
sabe de Jabugo y de tortilla.
Esta boca se calla a veces prudentemente,
o grita Libertad y Rebeldía,
es de caramelo con los niños,
o de pasión, o de halagos, o de carcajadas.
Esta boca es mía
desde antes de los dientes y las palabras;
desde aquel amanecer a la vida
hasta que me obliguen a dejarla callada.
Esta boca es boca hecha al silencio férreo
y también boca hecha
a los versos de Serrat y de Benedetti.
Francisco de Sales