La boca enojada

La boca

estaba tajantemente enojada,

absorta en su rabia incomprendida,

y sin hueco para el perdón.

Instantes después,

por estar hambrienta de más furia,

emprendió tal violencia verbal

que arrojó palabras malsonantes

como estulticia y bricolaje.

Y un poco más tarde,

y ya que ni siquiera el eco le contradecía

ni se alzaban otras voces en guerra,

ni le mandaba callar un dedo,

optó por insistir en su monólogo.

Barrabasada, dijo, y seguido, conspicuo.

No pasaba de ahí.

En el Colegio de las Beatas Ursulinas

no aprendió  a decir tacos,

su padre fue un camionero culto,

y su madre, muda de nacimiento.

Francisco de Sales

Deja una respuesta