Cuando supe la verdad
la negué como un San Pedro,
porque no la aceptaba.
Hubiera preferido una tanda
de alevosos latigazos,
o una tortura refinada,
o la crueldad sádica,
antes que saber la verdad.
Vivía bien en la mentira.
Cómodo.
Creía que me querías,
que tu boca conocía solamente la mía,
que únicamente yo entraba en tu corazón,
que tu amor pronunciaba sólo mi nombre,
y yo era tu eco.
Como no es así,
y mi dolor es más grande que yo,
y mi pena es insoportable,
y mi desamor inabarcable,
me retiro al mundo del olvido,
reniego de todo mi pasado,
borro tu nombre y tu vida,
y me quedo loco y perdido
en mi mundo perdido.
Francisco de Sales