No te quiero…
Comenzaste la enésima queja
con el mismo encabezamiento.
También acabó en la basura.
Levantaste la vista del montón de folios.
Desde la ventana todo parecía triste.
La lluvia insistía inútilmente
en inundar el mundo.
Buscaste las palabras,
y el valor necesario,
para llevar la carta hasta el final,
para poder decirle
lo que no soportabas
y lo que te faltaba.
No te quiero…
y después,
una maraña de palabras
aliadas para poder decir
lo que sentía tu corazón.
Francisco de Sales