No niego
que lo que de verdad quisiera
es navegar en tu desnudez,
con un permiso indefinido,
y pasar la noche en tu regazo
y al amanecer escalar tus pechos
para vez bien la salida del sol,
y acampar una tarde en tu espalda,
enredar mis dedos
en tu vello más ensortijado,
comprobar con un nivel
la lisura de tu vientre,
medir con la lengua
la largura de tus piernas,
mordisquear tus labios
con una imprudente lujuria,
enfrentarme a tu mirada,
perderme en tus abrazos
y encontrarme en tus sueños,
y colaborar activamente
en el despertar de tus gemidos.
Sé que es mucho lo que pido,
pero es que no me conformo con menos.