Me duele cuando lloro
y cuando no me viene el llanto,
y recordar las Nochebuenas que no fueron buenas
y los Años Nuevos que eran el mismo de siempre
pero remendados,
y discutir inútilmente con las utopías
para que me dejen con mi pobre mediocridad,
y me duele soñar en colores tristes o negros;
la desesperanza es el color de mi cristal.
Me duele amanecer llorando y sin consuelo
una llantina de borracho arrepentido,
de asustado en las trincheras,
de alguien que no sabe llorar;
y me duele añorar con los puños cerrados
y que no desaparezcan todos los recuerdos
-incluso el único bueno que tengo-
porque los recuerdos me matan lentamente,
y me duele tener que morir a escondidas
y no poder darle un puñetazo al diablo
y que un buen futuro no esté en mi horizonte.
Todo me duele.
Dicho así queda más completo y claro.