No quedan jadeos por la casa,
ni uno solo de aquellos suspiros,
ni el eco de tu voz.
El silencio lo impregna todo y lo acalla.
Recorro la casa y no te hallo.
Ni siquiera te he visto correr,
aunque sea fugazmente,
de una a otra habitación.
¿Y tu perfume?
Husmeo las sábanas y toda la casa.
No le encuentro.
Los sueños no huelen,
ni dejan las toallas húmedas,
ni olvidan el sujetador en la mesilla, me digo.
Así que te pregunto,
etérea,
donde sea que estés,
¿realmente fuiste sólo un sueño?
Francisco de Sales