Te esperaré
todo el tiempo que sea necesario.
Te esperaré pacientemente hasta
que hayas recorrido todos los caminos
y te hayas equivocado en algunos atajos;
te esperaré hasta
cuando te duelan los pies y el alma
pero te hayas encontrado contigo;
hasta cuando hayas ido dejando las prisas
en los recodos o bajo las piedras,
hayas llenado tus noches de sueños serenos
y tus silencios con tu voz;
cuando te hayas hecho amiga de tu corazón,
tu propia madre y tu propia hija;
hasta cuando tengas las manos blancas
y los latidos en paz,
seas capaz de mirarte fijamente en el espejo
y te hayas conciliado con tu conciencia.
Hasta entonces,
te esperaré.