El olvido es tu nuevo hogar
Dije “te amé” y, por primera vez, ni una sola lágrima me acompañó. Lo repetí, con palabras y nostalgias, y tampoco aparecieron. Apreté los ojos, como exprimiéndolos para que fueran llanto. Tampoco. Sonreí. Levemente. ¿Con miedo? No. ¡Con inexperiencia! Pronuncié…