Ni siquiera aspirante a poeta

Contar una historia

que no se salga de esta página,

que tenga pie y principios,

que tenga y mantenga el interés,

que transite por un sendero lógico,

que contenga sorpresas y explosivos

o brillantes fuegos artificiales,

que provoque alegrías

o descerraje las compuertas del llanto,

que transporte al lector al cielo,

o al propio dolor,

o al irreverente pasado,

que encamine el recuerdo,

que cuente la vida de quien está leyendo

o que sea su propia voz,

que ratifique sus sueños…

es tarea complicada

reservada para iluminados

o dioses de la palabra.

Evidentemente,

ese no es mi caso.

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