Justo hoy
mis dedos me recordaban
-con nostalgia y resignación-
cuando te recorría sin ser del todo consciente
-sólo soliviantado por el deseo-,
cuando tu piel era de mi posesión
y tu calor era el mío
y tus besos eran mis besos
y tu cercanía mi alteración.
Justo hoy
has reconquistado mis recuerdos
con la misma tremenda intensidad
que en el momento que reinaste en mi vida.
Mi vida sin tu existencia
tendría un hueco inescrutable,
un vacío muerto,
una ausencia de muchas cosas…
pero un corazón sin estropicios.