Ya no

Ya no sueño contigo

y eso me parece un gran logro.

Ya no acaparas

mis veinticuatro horas.

Te vas diluyendo en un éter

que te devora poco a poco.

Ya no lloro por ti

y mis lágrimas están sorprendidas por eso.

El odio fue desapareciendo,

el rencor le siguió al odio

y el dolor se fue con el rencor.

Ya no vives en mi pensamiento

y en tu lugar he puesto macetas con geranios,

el recuerdo imborrable de Granada,

un perchero antiguo,

y una risa estruendosa y a todo color.

Ya no te añoro.

Ya eres sólo un mal sueño,

una pesadilla indigesta,

el polvo que se lleva el aire,

un vacío ya sin tu nombre.

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