La felicidad me esquivó durante años,
con gran sapiencia,
con cierto rencor,
mucha indiferencia,
cero amor.
La infelicidad,
en cambio,
en mal cambio,
fue más generosa y me regaló,
sin usura,
todo su catálogo de maldades,
dolor y sufrimiento;
me nombró Rey Infeliz
y su favorito.
Pregúnteme lo que quiera sobre infelicidad.
Soy experto, ya le digo.