No entendía tus silencios,
no descifraba tu mirada,
no traducía tu ausencia.
Te iba perdiendo
sin darme cuenta de que te perdía.
El dolor que ahora siento es inconsolable.
Si cierro los párpados
me encierro en el infierno.
Si me quedo en silencio
oigo gritos.
Si quiero acallar mi mente
se encabrita y me pisotea.
Mi llanto es mi alma derretida.
Las noches son mi prisión.
El recuerdo, mi verdugo.
La muerte me llama
con su canto de sirena.