Ya no dudo.
Ya lo sé.
Esa risa sonrisa de tus labios
me confirma que me amas.
No necesito discursos
de palabras empalagosas,
ni que me digas con tu voz
lo que ya me dicen tus ojos.
Te amo.
Aún me cuesta decirlo.
Será porque son dos palabras que uso muy poco.
Te amaré.
En esto no había pensado hasta ahora.
No lo tenía previsto.
El mismo corazón
que ya había declarado desierto
ahora reverdece por tu presencia.
Me amas.
Te amo.
Nada más le podemos pedir a la vida.