Esta soledad

Esta soledad,

la de las mil caras agrias,

la indeseada,

la que no puede dormir sola,

no sólo es cosa mía

sino que la comparto

-¡qué ironía compartir la soledad!-

con un nutrido grupo

de corazones desharrapados

y con otros solitarios aferrados

a vacíos imposibles de rellenar;

también con los que sufren la noche,

con los que sólo la usan como aislamiento,

y con los corazones que escapan

cuando ven llegar otros corazones.

Esta soledad es cosa de los dos:

antes de ti no existía.

Tú me abandonaste

y yo me abandoné.

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