La sinceridad del espejo

LA SINCERIDAD DEL ESPEJO

Te miras

en la sinceridad del espejo

y lo que ves te inquieta.

Ya no eres la niña pizpireta

que se subía a un banquillo

para poder verte.

Ni la que se reventaba los granos

y fruncía el ceño desesperada por el acné.

Ni la que se pintaba inexperta los labios,

se aplicaba coloretes,

y remarcaba el negro sus pestañas

poco antes de salir triunfante

a las primeras citas con su novio.

Poco más adelante

levantabas tu bebé y le decías apuntando al reflejo

“ese eres tú”.

Ese espejo paciente siempre te ha esperado.

Ha vivido tus dudas y conoce todo tu repertorio de miradas,

las que huían y las que se quedaban,

las que hacían preguntas,

las humedecidas por el llanto

y las que hablaban alegres.

Tanta lealtad y servicio

en tantos años colgado en el mismo sitio

le han convertido en un confidente

que escucha las miradas

y habla sin palabras.

Tendrás que perdonarle

que hoy te devuelva un rostro viejito,

bello pero arrugado,

con unos ojos pequeñitos,

con gafas

y con canas.

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