No veo más allá
de este muro opaco
que pongo ante mi mente o mi vista
para no ver más allá.
No veo más allá
de mis límites imaginarios,
de estos miedos empoderados,
de mi nudo en la garganta,
ni fuera de la pesadilla en la que vivo.
No veo más allá
de esta mañana tan fría,
del ayer que aún colea;
niego el futuro, niego la esperanza.
No veo más allá
de este luto permanente,
del amanecer en tinieblas,
del temor que me atenaza.
No veo más allá
de mi alma que tartamudea,
de la eterna tormenta en mi vida,
de mi herida malherida,
ni de la noche asustándome.