Para Dios, si está, donde quiera que esté

Aún no comprendo

por qué la vida juega conmigo,

por qué el destino me desconcierta,

por qué me maltratan y me engañan.

Aún no entiendo a Dios.

Nada de lo que hace.

Nada de lo que me hace.

Nada.

Aún me siento utilizado

para un juego que no comprendo,

para el que no cuenta con mi opinión,

para el que no estoy preparado.

Aún sigo reclamando explicaciones,

indicadores, luz, clemencia, cuidado,

compasión, caricias, diálogo…

Francisco de Sales

Deja una respuesta