Cada uno de los pájaros
con los que he volado
a lo largo de mi vida
tenía grabado en su destino
el encuentro con tu alma;
tenía la orden ineludible
de aventar en sus trinos
los secretos ocultos por tu modestia,
y hacer llegar al cielo,
anticipándose,
la composición especial de tu materia,
la maravilla incrustada en tu piel,
el amor callado, y el amor compartido;
tenían que esparcir por el mundo
cada uno de tus sueños,
y los sueños de tus sueños,
y los deseos de tus deseos,
y descubrir con su voz de música
tu parte santa y el lado sólo humano.
Cada uno de los pájaros
con los que he volado
a lo ancho de mi vida,
tenía escrito en su destino
tu nombre de Reina,
grabado en los ojos
el color de tu aura,
pintados en las alas
los caminos que les llevarían a tí,
por eso cada vez que te despertabas
una cohorte de pájaros te escoltaban
hasta el baño,
te miraban desde el espejo,
estiraban las comisuras de tus labios
con mimo de abuela,
abrillantaban tus ojos chispoletos,
y recargaban tu boca de risas,
y tu presente de felicidad.
Cada uno de todos los pájaros,
que son angelitos enviados por Dios,
te cuida.
Por siempre.
Amén.
Francisco de Sales