Plumas de invierno ancladas en el corazón.
Ojos de serpiente viviendo en los ojos ciegos.
El mundo pide insistentemente una tregua.
Las explosiones ansían poder expresar su opinión.
Los gritos esperan por necesidad el aire de las gargantas.
La muerte aguarda su turno.
Voces escapadas de instrumentos de tortura.
Violines chirriantes, violas violadas.
Pianos indecentes, trompetas lejanas.
Toros rojos de sangre negra, y negro el capote.
Golondrinas reivindicativas.
Luces ámbar, luces muertas, luces blancas.
Espanto en las bocas soterradas.
Cosquilleos martirizantes en los olvidos.
Besos de Judas en el bies de la falda.
Madreselvas, turbulencias, ladridos, latidos.
Perforaciones en los dientes de la espalda.
Ladrones de tumbas viviendo en tu casa.
Balancines, estulticias, hormonas.
Ansiolíticos, encofrados, barandillas.
Insolencia, despacio, desacato.
Cuántas palabras han de juntarse
para formar este desaguisado.
Francisco de Sales