El primer mundo

Por aquel entonces

el Mundo necesitaba comprensión.

Acababa de nacer y daba sus primeros pasos.

Así que no era de extrañar

que confundiera las estaciones continuamente,

y que granizaran cerezas

o amaneciera a medianoche;

no era inhabitual

que se le desbordaran los ríos,

las flores se vieran en blanco y negro,

las rocas estuvieran blandas

y las nubes cayeran a tierra

por su excesivo peso.

Todo se hizo en seis días.

Y ya lo dice el dicho:

“Todo lo que se hace deprisa

carece de sólidos principios”

Francisco de Sales

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