Tengo una imagen en mi memoria
que rescato del pasado asiduamente.
Es la ausencia dolorosa
en la que estás vestida un camisón
absolutamente transparente.
Me estabas esperando de pie,
junto a unas velas encendidas,
cuando volví de ducharme.
Yo venía desnudo,
pero más desnuda estabas tú.
Aquella sonrisa eterna,
me sigue llamando a gritos.
Ahora no estás.
No puedo consolarme con tus besos,
ni recorrerte con la mirada,
o con la felicidad silenciada pero puesta.
Sea quien sea
quien ocupe de nuevo ese espacio,
nunca lo llenará
como lo llenaste tú.
Francisco de Sales