Desde que no la toco
mis dedos no han vuelto a experimentar la magia.
Ninguna otra piel tiene su tacto,
ni la misma temperatura,
ni la misma tersura.
Desde que el único contacto
es en la añoranza,
desde que sólo toco su recuerdo,
mis dedos están tristes.
Desde que no está a mi lado,
una melancolía sin final,
o una angustia sin consuelo,
o una lágrima tras otra,
ocupan su lugar.