Era sobre ella su último pensamiento.
Cerró los ojos creyendo que así sería más fácil
borrar definitivamente
los pensamientos persistentes
y esos reproches que gritaban.
“Alba”, dijo.
Pero calló el resto.
“Alba”, repitió.
Una lágrima no respetó el confinamiento
y escapó de su cárcel.
“Te amo”, dijo sin palabras
porque no supo decirlo con ellas.