Desterrar

Desterrar

era la palabra rotunda

que le bullía en la mente

y en el corazón.

Desterrarla,

rectificó.

Vaciar la sala de torturas,

soltar los dolores apresados,

desclavarse los puñales,

remendar el corazón

y volver a vivir.

Desterrar

los recuerdos irrespetuosos,

los cargados de desdicha,

los pesados como plomo,

los que siempre duelen.

Desterrarla,

borrarla del pasado,

deshacerse de sus huellas,

pintarlo todo de blanco…

y quedarse  vacío.

Volver a vivir.

A VIVIR.

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