Al entrar en la cama descubrí
-o me descubrió-
un silencio insistente,
persistente,
que nunca antes estuvo.
Lo último que recuerdo de ti
es tu hermosa carcajada cuando salías.
Y después…
aquel conductor borracho…
¡hijo de puta!
y ahora tu vacío.
El vacío de ti.
¿Cómo evitar la locura de mi corazón?
¿Qué le tengo que decir?
¿Cómo se aplaca el dolor?
¿Y cómo se acallan
el sufrimiento y las preguntas?